BiblioFyL: no pedir permiso para leer

No queremos licencias para leer ni tenemos que pedir permiso para hacerlo: es nuestro derecho más básico e inalienable

El acceso a los materiales de estudio es, para nosotros, una necesidad. Una necesidad que nace a partir del ejercicio de un derecho básico: el derecho a la educación. En vistas de que esta necesidad no es satisfecha ni por el Estado ni por la facultad, a principios del año 2007 comenzamos a organizarnos alrededor de un objetivo muy sencillo: conseguir los materiales de estudio. Inicialmente lo hicimos en la subsección “Archivos” de un foro en Internet, pero a medida que fuimos compartiendo y aumentando la cantidad de material, se hizo necesario centralizar el modo de organización de acceso y distribución de la información. Así armamos la biblioteca virtual “BiblioFyL”, que reunía 7.800 textos obligatorios de las 9 carreras que se estudian en nuestra facultad, y proyectaba para el año 2009 superar los 10.000 textos. La BiblioFyL recibía 6.000 visitas diarias como mínimo, y los textos tenían un promedio de 100 descargas cada uno.

Si bien existen muchas bibliotecas virtuales, la nuestra se caracterizaba por:

  1. organización colaborativa: los mismos estudiantes se organizaban para escanear los textos, subirlos y categorizarlos;
  2. autonomía: no dependíamos de ninguna organización institucional y/o gubernamental;
  3. libre acceso a la información: no se utilizaban contraseñas y tanto la interfaz como el modo de participación para subir material estaban diseñados sin grandes complejidades técnicas, en función de facilitar el acceso.

La biblioteca, una simple colección de links, debió ser dada de baja el 25 de septiembre de 2009, a raíz de una intimación legal que llegó al host donde estaba alojada, por violar las leyes 11.723 de Propiedad Intelectual y 25.446 de Fomento del Libro y la Lectura.

[…] ¿De qué “fomento del libro y la lectura” se habla, cuando en supuesta defensa de una ley se produce un acto de bibliocastia? Forzar la baja de bibliotecas digitales no se diferencia en lo absoluto de incendiar bibliotecas físicas. El soporte material de los textos no cambia las operaciones que se realizan sobre ellos: lo que sucedió con BiblioFyL es un acto de coerción y censura sobre la información y quienes la distribuyen. Ciertos editores y gestoras colectivas de derechos no son otra cosa más que inquisidores disfrazados de fomentadores de la cultura y la educación. Su interés lucrativo nada tiene que ver con el conocimiento.

[…] La BiblioFyL es un hito en la medida en que interpela a una necesidad no satisfecha y la resuelve desde la colaboración entre pares; pero, al mismo tiempo, cuestiona la propiedad sobre los canales de distribución de las ideas y los modos de acceso y circulación del conocimiento en la universidad pública y gratuita.

Leer completo en: Colectivo Bibliofyl, Quiénes somos.


Relacionadas

Agradecimientos