Haciendo (el panóptico genético de) Buenos Aires

Juan Vucetich llegó a afirmar años más tarde que el documento de identidad era el equivalente legal del individuo; su representación perfecta, la cifra matemática de su individualidad.[…] Algunos años después, el que fuera su discípulo, Luis Reyna Almandós, llegó a afirmar que el «documento» y la asignación de un número a cada persona era en realidad un derecho, pues ese número único e irrepetible facilitaría la existencia de los individuos, protegería su honor de confusiones con otros y garantizaría la verdadera identidad. Finalmente llegó a proponer que para mayor comodidad ese número fuera tatuado en el cuerpo de cada individuo. […] Para entonces el régimen nazi en Alemania estaba [también] obsesionado por esta tarea identificatoria Gabriel Ignacio Anitua, en “¡Identifíquese!”1

Cumpla con su obligación. Pase el portafolios por el detector, identifíquese en el control, entregue sus datos al oficial, deje sus huellas en el formulario, abra su bolso, muestre sus pertenencias personales, déjese filmar, déjese fotografiar, desnúdese en el aeropuerto… y entregue la sangre y el ADN de su hijo al gobierno de su ciudad.

Biometría y ADN

La biometría es el estudio de métodos automáticos para el reconocimiento único de humanos basados en uno o más rasgos conductuales o físicos intrínsecos. El término se deriva de las palabras griegas «bios» de vida y «metron» de medida.

Las huellas o perfiles genéticos son uno de esos rasgos humanos individuales actualmente susceptibles de ser medidos y registrados. Sin embargo a diferencia de las huellas dactilares, del iris o la voz, el ADN no sólo ofrece datos que permiten identificar a una persona, sino también develar una enorme cantidad de información sobre el individuo, desde relaciones de parentesco, hasta predisposiciones para enfermedades y otros rasgos personales: los genes son depositarios de las características únicas heredadas por cada ser humano, por lo tanto susceptibles de ser individualizados, y a medida que avanza el conocimiento del genoma, más datos se podrán conocer.

Giorgio Agamben identifica el sistema de trazado biométrico de los individuos con un “tatuaje biopolítico”, (en referencia a la biopolítica foucaultiana, las sutiles tecnologías del poder) un procedimiento de marcación que traza una continuidad entre las democracias contemporáneas y los modelos abiertamente disciplinarios. La biometría autoriza la inscripción y el fichaje del elemento más privado y más incomunicable de la subjetividad y lleva a su término un proceso de captura del cuerpo por parte del poder.

La intromisión a lo íntimo, que aquí se manifiesta en la extracción forzada de la marca más primaria de nuestro cuerpo biológico, implica una forma de ultraje a los derechos del individuo. Mantener resguardada la esfera privada es la decisión idiosincrática de trazar la frontera entre la existencia personal y el entorno social. […] todo individuo, sea desconocido o célebre, pretende hacer percibir al otro que es una «persona», es decir, «a distancia» de los papeles, los lugares, las funciones sociales según Gérard Vincent, autor de “Historia de la vida privada”.

Biometría porteña, Haciendo Buenos Aires

Desde hace algunos años avanzan proyectos sobre el “fichaje genético” en la legislatura porteña y el Congreso de la Nación.

Impulsados por el PRO (que ya tiene otros panópticos en carpeta) y algunos actores de la sociedad civil, como “Madres del Dolor”, en primera instancia sólo mencionaban como objeto de registro a los culpables de crímenes sexuales. Pero…

El diputado Eugenio Burzaco (actual jefe de la policía porteña) impulsaba a nivel nacional la creación de un “banco de ADN para violadores”, que el entonces candidato a jefe de gobierno, Mauricio Macri, utilizó como propuesta de campaña. Ese proyecto ya consideraba para el registro obligatorio no sólo a los violadores, sino también a todos los condenados y procesados por cualquier delito.

Pero es en el proyecto de los diputados porteños Gerardo Ingaramo, Cristian Ritondo, Diana Martinez Barrios y Victoria Morales Gorleri, donde se cruza todo límite de sensatez: según el apartado g) del artículo 7° del proyecto de ley 201000213Registro de huellas genéticas digitalizadas, no codificante, para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires“ requiere:

g) Sección General: Huellas genéticas digitalizadas de la totalidad de los recién nacidos en el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a partir de transcurrido dos años de la promulgación de esta Ley, las huellas genéticas de toda persona que voluntariamente manifieste su deseo de incorporar su perfil genético al Registro y las huellas genéticas digitalizadas que correspondan ingresar a esta Sección por las disposiciones de la presente ley.

Leyó bien, el proyecto hace referencia a la totalidad de los recién nacidos en el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ciertamente, en potencia, todos somos sospechosos de convertirnos en criminales sexuales. La idea del panóptico genético, ya está entre nosotros.

Sherlock Holmes no necesita nuestros datos


Es muy difícil tratar de dejar una huella digital ajena en la escena de un crimen, pero basta con una mínima muestra biológica, un cabello, para incriminar a cualquiera

La inevitable pista de rastros biológicos dejada por cada ser humano viviente —cabello, descamación de la piel, sangre, semen— hace del fichaje del ADN un recurso especialmente atractivo para pesquisa policial. Sin embargo hay que dejar claro que no hay ningún estudio que demuestre que los registros biométricos generalizados de la población hayan ayudado a aumentar la eficacia de las investigaciones: alcanza con ver como en los países donde la investigación policial es más efectiva, ni siquiera existen registros biométricos generalizados de la población, ni documentos de identidad, ni fichajes generales compulsivos. (en efecto, en muchos países ni siquiera hay documentos de identidad).

Por otro lado, la generalización del registro genético facilitaría la posibilidad de identificación, pero tanto como la de incriminación arbitraria. Identificar personas no es lo mismo que encontrar culpables. Es muy difícil tratar de dejar una huella digital ajena en la escena de un crimen, pero basta con obtener una mínima muestra biológica de una persona (por ejemplo cabellos) para realizar una incriminación con ADN.

Tradición Biométrica, los argentinos somos vigilantes

En la tradición argentina no identificarse es un crimen. Lamentablemente, nuestra cultura naturalizó la existencia y exigencia del documento de identidad como una obligación ciudadana y una potestad del estado sobre cada persona. Salir “sin documentos” a la calle, es como pasar a la clandestinidad: “Averiguación de antecedentes” es la causa de detención más común en nuestro país, y aunque la constitucionalidad del procedimiento está cuestionado, la policía sigue “demorando” por varias horas en (las celdas de) las comisarías a ciudadanos comunes —en general pobres, jóvenes y de piel oscura— con la excusa identificatoria. Se invierte el paradigma jurídico: todos somos culpables hasta que la identificación demuestre lo contrario.

Célebre como la birome o el dulce de leche, otro conocido invento argentino colocó al país a la “vanguardia” del desarrollo de las tecnologías biométricas de registro: el método de identificación con huellas dactilares. El sistema fue inventado por el investigador policial bonaerense, Juan Vucetich y permite, a partir de un archivo de impresiones dactilares, identificar a un individuo teniendo como dato sólo sus huellas digitales. El invento se desarrolló y patentó en Argentina, y nuestro país cuenta con el extraño antecedente de ser el primero del mundo en aplicar, en 1891, el método dactiloscópico como forma de fichaje. En 1917, a pesar de las protestas públicas, el sistema se aplicó a la totalidad de la población.

En 2010 los argentinos asumen como algo natural y aceptable, colocar los diez dígitos sobre la almohadilla empapada en tinta, para estampar luego su marca personal sobre los formularios policiales en cada trámite de renovación de documento o pasaporte imaginable. El ciudadano siempre vuelve con las manos sucias.

Primero vinieron por…

En el espiral de ascenso de los gobiernos totalitarios, la historia que se cuenta es siempre la misma3: el panóptico de vigilancia y disciplinamiento sigue un orden preciso de crecimiento: comienza por las cárceles y los condenados o sospechosos de delitos sobre los cuales pesa una condena social considerable (“terroristas”, criminales), luego sigue por los grupos más vulnerables a la estigmatización (raciales, políticos, religiosos o de origen), y finalmente, se extiende a toda la población, instalando un clima de temor y persecución.

Conviene reiterar este punto: las tecnologías de la vigilancia se perfeccionan y se vuelven socialmente aceptables al incidir inicialmente sobre aquellos grupos marginales donde la condena pública es más enérgica. Todo fascismo, comienza siempre siguiendo el mismo patrón: una vez aceptado el mecanismo, avanza sobre el resto. Se transforma lo excepcional en la regla: de los culpables de crímenes sexuales aberrantes, a la totalidad de los recién nacidos en el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como menciona el abogado Gabriel Ignacio Anitua:

[…] al aplicar a todo ser humano las técnicas y dispositivos que fueron inventados para las clases peligrosas, los Estados, que deberían constituir el lugar mismo de la vida política, han hecho del ser humano el sospechoso por excelencia, hasta el punto de que es la humanidad misma la que se ha transformado en clase peligrosa2.

El panóptico

Refiriéndose al “panopticon”, Jeremy Bentham, su inventor, decía: El efecto principal del Panopticon es inducir en el interno un estado de conciencia sobre su visibilidad permanente que asegura el funcionamiento automático del sistema. De manera que la vigilancia es permanente en sus efectos, incluso si es discontinua en su acción; que la perfección del sistema debe ser tal que haga innecesaria una vigilancia continua; […] en resumen, los internos deben quedar atrapados en una situación de sumisión de la cual sean ellos mismos los opresores. No hace falta que el ojo del vigía este efectivamente observando, sólo alcanza con que el vigilado lo suponga. Cada vez que estados u organizaciones comienzan a aplicar la idea del panóptico como políticas generalizadas, muchas sociedades encienden sus luces de alarma.

Genealogía de la eugenesia

Una de las consecuencias del desciframiento del genoma humano es haber revivido olvidadas teorías eugenésicas, que hasta las primeras décadas del siglo XX fueron promovidas desde ciertos círculos muy influyentes, en particular en el ámbito científico, y perfilaron políticas de estado en países como Estados Unidos, Canadá o Suecia (Macri diría “esto es lo que hacen los países serios”).


Una de las consecuencias del desciframiento del genoma humano es haber revivido olvidadas teorías eugenésicas

El holocausto nazi fue una demostración contundente de hacia donde conducía la eugenesia llevada hasta sus últimas consecuencias. Luego de la Segunda Guerra Mundial pocos se animaron a seguir defendiendo sus postulados. Sin embargo, conceptos como “higiene racial” o “darwinismo social”, reviven en el s. XXI en eufemismos tales como “control demográfico”, “bebes de diseño” o “reprogénetica”. En 2004, un psiquiatra encargado de informar a un comité sobre drogas psicotrópicas y niños en guarda temporal, en el estado de Texas, justificó la administración intensiva de drogas, porque los menores estaban muy enfermos debido a un stock o acervo genético deficiente

En el título del proyecto macrista se remarca el carácter “no codificante” del ADN a registrar, es decir, regiones del ADN que no codifican ninguna proteína, y en teoría no permitiría deducir ningún rasgo físico propio de ese individuo. Sin embargo el diputado porteño Jorge Selser por Proyecto Sur señala que los marcadores que se utilizan para realizar el análisis pueden arrojar información acerca de etnias e inclusive sobre algunas enfermedades, con lo cual pondríamos información en manos de terceros que, de no preservarse, podría originar situaciones que son conflictivas y persecutorias.

Estigmatización, xenofobia y delito

En diciembre pasado, como descargo sobre los asesinatos ocurridos durante el violento desalojo del parque Indoamericano, el jefe de gobierno porteño y otros funcionarios de alto rango profirieron una sucesión de declaraciones públicas abiertamente xenófobas, que no tienen precedente en el período democrático —con excepción de algunas ocurridas durante el gobierno de Menem, en los 90.

Macri declaró que hay descontrol del avance de la inmigración ilegal, y su Jefe de Gabinete, Rodríguez Larreta, agregó que en la Argentina hay una ley muy permisiva respecto de la migración: viene la gente y al poco tiempo de estar en la Argentina pide una vivienda, usurpa, después viene el juez que obliga al Estado a dar una vivienda, es una lógica perversa, que lo único que hace es promover que venga más gente de los países limítrofes para usurpar terrenos y pedir viviendas. Tenemos que cortar eso4. Las declaraciones habilitaron una seguidilla de opiniones y titulares xenófobos en los medios. Al día siguiente, Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta fueron denunciados por “incitación al odio”, de acuerdo con el artículo 3 de la ley 23.592, por la Red de Migrantes y Refugiados en Argentina. Hubo condenas de la Embajada de Paraguay y organismos internacionales.

Conviene recordar que Mauricio Macri, junto con varios funcionarios de alto nivel de su gobierno, están procesados por realizar escuchas telefónicas ilegales —la más escandalosa, a Sergio Burstein, dirigente de Familiares y Víctimas del atentado a la AMIA—, es decir utilizando ilegalmente un mecanismo de vigilancia y registro del estado (semejante al banco de datos genéticos) espiaban arbitrariamente a determinados individuos, siguiendo fines políticos o personales.

Sumemos los elementos mencionados a lo largo del post: funcionarios de un gobierno promoviendo la xenofobia desde sus declaraciones públicas, estigmatización a sectores vulnerables de la sociedad, uso ilegal de aparatos de vigilancia del estado… y agregemos tecnologías biométricas que involucran el perfil íntimo de los individuos: información genética sensible toda la población, a ser entregada a ese gobierno, transformando registros excepcionales en generalizados panópticos para todos los habitantes de la ciudad.

Que no dejen de sonar las alarmas.


Notas


  1. ¡Identifíquese! Apuntes para una historia del control de las poblaciones” de Gabriel Ignacio Anitua, publicado en: AA.VV.; “Estudios sobre Justicia Penal. Libro homenaje al Prof Dr. Julio B.J. Maier”, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2005. y en “Revista Brasileira de Ciências Criminais”, No 3, San Pablo, IBCCRIM, Editora dos Tribunais, noviembre-diciembre de 2006. 

  2. Ibid. p. 2. 

  3. El Estado nazi debía tener registro de cada individuo a la vez que el individuo debía ser fácilmente individualizable y clasificable. Esta obsesión ‘actuarial’ y con una racionalidad plenamente moderna se plasmó en un proyecto de identificación generalizada que ya existía en otros Estados para identificar a los convictos y a otros sospechosos. Para cuando lo asume el nazismo el sistema de identificación ya se aplicaba en todos los Estados occidentales para identificar a los recién llegados a sus puertos. Ello se extendería por los nazis a otros sujetos, a imagen y semejanza de la de aquel ‘otro’ sospechoso. En efecto, el sistema que se aplicó fue el del control de extranjeros, pues los judíos, gitanos y otras minorías fueron considerados de ese modo aunque hubieran nacido en el mismo país. Lo primero que hicieron los nazis en 1933 fue censar a toda la población judía. Los ‘papeles’ (documentos de identidad, pasaportes) serían fundamentales para poder sobrevivir bajo su régimen. Se mezclaban, así, para reprimir y controlar a estas poblaciones, métodos excluyentes y disciplinarios, reaccionarios y modernos. Lo reaccionario estaba dado por la necesidad de identificar a una población que podía pasar anónimamente en las nuevas ciudades, impidiendo sus desplazamientos; para ello se aplicaron las modernas técnicas de registro documental que utilizaban, entre otros datos, los fotográficos y dactilográficos. A las viejas prácticas absolutistas de evitar la impostura mediante la exclusión de las marcas y ropas especiales y mediante el control disciplinario de las ciudades apestadas, se les unió la nueva tecnología identificatoria: el símbolo de esta unión sería el número tatuado en el brazo izquierdo de los detenidos en los campos […] El resto de la población, los ‘incluidos’, también estaba controlada disciplinarmente mediante documentación probatoria de que, para algunos, pertenecer es un privilegio, Gabriel Ignacio Anitua Ibid. p. 20. 

  4. Larreta hace referencia a la Ley n° 25.871, cuyo autor fue el diputado por el partido socialista Rubén Giustiniani, aprobada en 2004 con el apoyo del gobierno de Néstor Kirchner. La ley es una de las más avanzadas del mundo en materia inmigratoria, garantizando a los inmigrantes los mismos derechos que tienen los nativos, incluyendo los laborales, sindicales, a la seguridad social, atención médica en los hospitales públicos, a la educación y a participar en las decisiones relativas a la vida en las comunidades donde residan.