Bienvenidos a la jungla, del P2P
Bienvenidos a la jungla, tenemos juegos y diversión tenemos todo lo que quieres cariño, conocemos todos los nombres
somos la gente que puede encontrar todo lo que necesitas
si tu te derrites por el dinero nosotros tenemos tu enfermedadGuns N’Roses “Welcome to the Jungle”
El destino tiene un sofisticado sentido de la ironía, si no fuera así, no habría sido 1984 de George Orwell, el libro que Amazon eliminó impunemente de las bibliotecas-Kindle de sus usuarios, simplemente porque podía hacerlo. La vida imita al arte
diría Oscar Wilde.
En estos días es noticia el fallo de la Corte Suprema canadiense sobre el caso Crookes v. Newton, donde se excluyó de responsabilidad por el delito de difamación, a quien publicó un enlace a un contenido difamatorio, y no el contenido difamatorio en sí. Según la corte, enlazar una obra no es lo mismo que publicar una obra. Aleluya! Parece una obviedad para cualquier humano no-abogado, pero sin dudas, la justicia se toma sus tiempos…
Jon Newton, el periodista canadiense, editor de p2pnet.net, que fue demandado por difamación a raíz de un link a un material difamatorio.
Volviendo a las ironías del destino, no debería sorprendernos entonces, hasta qué punto Crookes v. Newton, pudiese estar ligado con las épicas legales de la red, donde la responsabilidad sobre las faltas cometidas por terceros, son el botín de guerra en la disputa. El fallo resuelve el caso de un empresario canadiense, Wayne Crookes, que demandó a un periodista y activista de las redes peer-to-peer, Jon Newton, a raíz de un enlace publicado en un post de su sitio p2pnet.net, donde paradójicamente Newton reseñaba un evento sobre libertad de expresión; allí mencionaba el caso de Crookes —con el dichoso link—, pero también uno suyo: una causa donde estaba involucrada nada menos que la empresa dueña del sistema P2P que más litigó con la industria discográfica —y perdió—, no por sus propias faltas, sino por infracciones a la leyes de copyright por parte de terceros, los usuarios de su red de pares. Para cerrar el círculo, la empresa P2P demandaba a Newton y p2pnet.net no por sus propios dichos, sino por los comentarios publicados en su sitio.
¿Embrollado? Responsabilidad por usos de terceros, por comentarios de terceros o por enlaces a sitios de terceros, de eso se trata la historia que vamos a contar ahora.
Redes descentralizadas, Estonia, Holanda y Vanuatu
Nuestra historia comienza en Estonia, donde Jaan Tallinn y un grupo de programadores desarrollaron un sistema para compartir archivos, que no utilizaba un servidor central para coordinar la red (el talón de aquiles de Napster). No se trataba de un desarrollo demasiado innovador. Para ese entonces Justin Frankel ya había publicado Gnutella en San Francisco, pero los estonios escribían código por encargo para dos entrepeneurs nórdicos que iban a lanzar la próxima start-up que haría millones con las redes P2P de segunda generación. Los entrepeneurs eran Niklas Zennström y Janus Friis —que luego sí consiguieron fama y dinero cuando vendieron Skype a eBay por una cifra cercana a los 3000 millones de dólares. Corría el año 2001, y mientras terminaba de explotar la burbuja puntocom, a la estrella pionera1 del P2P, Napster, se le acababa su brillo: la avalancha de juicios de la industria discográfica, junto con Metallica, Madonna y el rapero Dr. Dre, terminaron por desangrarla financieramente. A pesar de los riesgos, ese año los nórdicos lanzaron en Holanda el programa P2P desarrollado junto con los estonios, y lo llamaron KaZaA. Apenas lanzado, las gestoras de derechos holandesas demandaron. Zennström y Friis empezaron a pensar entonces, en cómo deshacerse de KaZaA lo antes posible.
La respuesta llegó de Australia y se llamaba Sharman Networks, una recientemente creada compañía tecnológica —tan recientemente, que parecía haber sido exclusivamente creada para comprar y hacerse cargo de KaZaA. Pero no se trataba sólo de una sociedad fantasma, Sharman Networks gestionaba con destreza ciertas tecnologías críticas para garantizarse el éxito en el negocio en el que habia decidido incursionar: despliege ágil de sistemas de intercambio… pero de documentos legales, técnicas avanzadas de virtualización… de su organización empresarial, y optimización de técnicas de geolocalización… de su infraestructura física: un paradisíaco paraiso fiscal en medio del Pacífico llamado de Vanuatu.
La República de Vanuatu: un paraíso fiscal en medio del pacífico, donde Sharman Networks trató de mantenerse a salvo de las demandas de la industria discográfica. Lo logró por un tiempo.
Le tomó casi un año a la industria de la música y el cine nada más encontrar información suficiente sobre la empresa responsable de KaZaA como para poder demandarla. Es difícil saber a quién demandar
dijo en aquel momento un investigador de la industria discográfica australiana. Sharman Networks no tenia empleados, sus inversores eran secretos, y los tres ejecutivos que eran su cara visible, en realidad estaban contratados a través de otra empresa…
Pero a la larga, Sharman Networks tuvo que enfrentar a los jurados. Lo hizo en Europa, Estados Unidos y Australia. En el caso de las gestoras holandesas, la demanda llegó hasta la Corte Suprema, que en 2003 dictó uno de los fallos más citados para avalar la legalidad del P2P: eximió a los responsables de KaZaA por las infracciones al copyright que pudieran cometer sus usuarios. Entre sus fundamentos, cita otro célebre caso conocido como “Betamax”, donde la Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó en los 80’, que Sony no debía responder por las infracciones al copyright que cometieran los consumidores al utilizar sus videograbadoras Betamax —en contra de las pretensiones de Universal.
Sin embargo, en 2006 la corte estadounidense cambió de idea para el P2P, y en el caso MGM Studios v. Grokster —otro programa P2P que usaba el mismo protocolo que KaZaA— responsabilizó a Grokster por las infracciones de sus usuarios, sentando un precedente de jurisprudencia que inmediatamente barrió con varias start-ups del rubro. Grockster dejó de operar. KaZaA, luego de perder en una demanda conjunta por más de 100 millones de dólares, acordó convertirse en un “servicio legal”, modificando su modelo para transformarse en un sistema de suscripción pago, quedando entonces marginado casi a la intrascendencia.
A la KaZaA de clones y datos privados
El protocolo Fasttrack de Kazaa fue adoptado por varios clientes p2p, pero algunos fueron demandados por KaZaA, paradójicamente, por violación de su propiedad intelectual.
En sus días de gloria, mientras las discográficas buscaban a quien demandar, KaZaA llegó a ser la red peer-to-peer más grande del mundo, con 60 millones de usuarios. Sin embargo el software se distribuía gratuitamente, de tal forma que para generar ingresos KaZaA optó por uno de los modelos de negocio más viejos del mundo, la publicidad (un banner iba incluido en su cliente oficial), aunque también (siempre negado por Sharman Networks) un sigiloso spyware que recolectaba datos de sus usuarios —no hace falta aclarar que el software de KaZaA era 100% privativo. Sin embargo, en esos años previos a Facebook la gente todavía valoraba algo su privacidad, así que la necesidad de encontrar clientes sin malwares, llevó al surgimiento de versiones crackeadas, como Kazaa Lite, que competían en popularidad con el oficial.
Pero las destrezas legales de Sharman Networks no se limitaban a la defensa, también al ataque… eran los dueños del copyright del código de KaZaA y las modificaciones al binario no estaban autorizadas. Así que en 2003, junto con una demanda a los responsables de Kazaa Lite, Sharman Networks se dedicó a repartir DMCAs a rolete, tanto a Google —exigiéndole que removiera todos los links que condujeran a la descarga de Kazaa Lite— como a todos los sitios desde donde se descargaba el programa crackeado, bajo amenaza de juicio por… violación de copyright.
Legalmente la posición de Kazaa Lite era difícil de sostener y la acción de Sharman Network previsible, sin embargo esta visión extremista sobre la propiedad intelectual —cuando se trataba de la propia, claro— iba más lejos: Demandaron a Markus Kern, el desarrollador de que lideraba el proyecto giFT Fasttrack, un plugin libre que permitía a otros programas conectarse a la red KaZaA usando su protocolo Fasttrack. Si bien desarrollar un cliente en forma independiente —es decir programando desde cero su propio código— no es ilegal, Sharman Networks alegó que se estaba realizando ingeniería inversa sobre su protocolo, lo cual era ilegal en Estados Unidos, aunque no en Alemania.
Pero al final de la historia, cuando Sharman Networks tuvo que modificar su software y desentenderse del intercambio de archivos al perder el juicio con las discográficas, la victoria de la industria de la música y cinematográfica resultó en un triunfo bastante pírrico: a diferencia de Napster, la naturaleza semicentralizada de esta segunda generación de redes P2P, alcanzó para que aún sin Sharman Networks, la red no se apagara: los programas cliente modificados por terceros y otros tantos compatibles con su red —muchos de los que Sharman Networks demandó—, lo hicieron posible. Muerto el perro, no se acabó la rabia. Entonces, las discográficas decidieron dar el próximo paso.
Muerto el perro, a matar la rabia
Cuando Grokster, obedeciendo el fallo de la Corte, dio de baja su sistema, dejó una nota en su sitio web, que todavía está online:
La Corte Suprema de los Estados Unidos confirmó por unanimidad que el uso de este servicio para intercambiar material con derechos de autor es ilegal. Copiar películas y archivos de música usando un servicio peer-to-peer no autorizado es ilegal y puede ser enjuiciado por los titulares del copyright.
Hay servicios legales para descargar música y películas. Este servicio no es uno de ellos.
Y a continuación dejaba una advertencia inquietante:
Su dirección IP es XXX.XXX.XXX.XXX y ha sido registrada. No crea que no puede ser atrapado. Usted no es anónimo.
Junto con los fallos de Holanda y Estados Unidos, el sistema iniciado por Sharman Networks ha marcado otro dudoso hito en la historia del P2P: tener el primer usuario de redes de intercambio de archivos que llegó a juicio por compartir música.
Jammie Thomas-Rasset en 2006
En 2005 Jammie Thomas-Rasset tenía 28 años, era madre soltera de dos niños y vivía al día en el estado de Minnesota. Había instalado KaZaA en su computadora y según SafeNet —empresa dedicada a escrutar redes P2P en busca de infractores— el día 1 de febrero de 2005 su usuario “tereastarr” ofreció 1.702 canciones en la red KaZaA. SafeNet descargó algunas y al menos 24 tenían derechos gestionados por RIAA. Por esas 24 canciones Jammie Thomas fue condenada en un juicio civil en 2007, a pagar 9250 dólares por canción, es decir 222.000 dólares en total, más gastos.
El argumento de las discográficas para exigir esa suma, era que Jammie había puesto las canciones a disposición de los demás usuarios, causándole un enorme daño económico a la industria. Sin embargo las canciones ya estaban a disposición desde antes3, por lo cual, el caso se parece más bien a la revelación de un secreto, que una vez que toma estado público, no tiene sentido culpar a cada nuevo agente que lo vuelve a publicar.
Se puede dar fácilmente con cualquiera de las 24 canciones de la lista, nada más utilizando un conocido sitio del que se habla mucho últimamente, porque tiene pocos problemas en publicar enlaces a archivos subidos presumiblemente sin autorización: Google.
Sólo hay que indicarle más o menos por dónde buscar2: mediafire, goear,, soundcloud, filestube, y a veces ni eso, para que Google devuelva el mejor link, en el primer lugar…
“Welcome To The Jungle” de Guns N’ Roses
“Basket Case” de Green Day
“Crying” de Aerosmith (notable este cover)
“Pour some sugar on me” de Def Leppard:
“Somebody” de Bryan Adams:
“Run baby run” de Sheryl Crow:
“One Step Closer” de Linkin Park:
El resto de las canciones de la lista son:
- Guns N’ Roses “November Rain”.
- Gloria Estefan “Rhythm Is Gonna Get You”, “Here we are” y “Coming Out of the Dark”
- Destiny’s Child “Bills, Bills, Bills”
- GooGoo Dolls “Iris”
- Janet Jackson “Let’s Wait Awhile”
- Journey “Don’t Stop believing” y “faithfully”
- No Doubt “Different People”, “Bathwater” y “Hella Good”.
- Reba McEntire “One Honest Heart”
- Richard Marx “Now and forever”
- Sarah McLachlan “Possession” y “Building a Mystery”
- Vanessa Williams “Save the Best for Last”
Por un tecnicismo legal el Juez admitió realizar nuevamente el juicio. En 2009 el nuevo jurado la volvió a encontrar culpable, y la condenó a pagar esta vez, la increíble cifra de 1.920.000 dólares, algo así como 80.000 por cada canción. Esta señora violó la ley
, declaró el presidente de RIAA, Cary Sherman en la CNN. Necesitábamos enviar el mensaje de que bajarse música es algo que está haciendo mucho daño a la industria
. Si bien Jammie Thomas-Rasset aceptó perder el juicio, apeló la cifra surrealista que se le había fijado en la sentencia. Posteriormente, otro juzgado declaró inconstitucional la cifra y la redujo a 2250 por canción. En agosto de este año, las disqueras apelaron el fallo y la causa continua…
Rubia suicida
Nikki Hemming, la única cara visible de Sharman Networks durante los procesos judiciales contra KaZaA.
En los 90 Nikki Hemming ya era una joven y exitosa ejecutiva australiana, había trabajado en la industria de videojuegos. En los 90 fue la CEO de Sega World, un parque temático en Sidney donde SEGA había invertido 80 millones. Luego pasó por otras compañías tecnológicas, hasta que recaló en Sharman Networks, como la cara visible de una compañía de muy alto riesgo, cuyo principal único producto era KaZaA y su know-how resistir la batalla legal.
En 2006, luego de perdidos los juicios por KaZaA, Jon Newton un periodista canadiense, editor del sitio p2pnet.net (no hace falta aclarar cuál es su nicho informativo), y activista por la libertad de expresión, reveló en un artículo, algunos costados oscuros de los manejos de Sharman Networks y Nikki Hemming: transferencias de dinero a paraísos fiscales, testaferros, y una mansión en Sidney. Según el artículo Hemmin era odiada en partes iguales, tanto por lo amantes de la música online, como por los integrantes de la industria discográfica
. Poco después Sharman y Hemming consideraron ofensivo el artículo pero no por lo escrito por Newton sino por algunos comentarios del post. Demandaron a Newton, al ISP que hosteaba p2pnet, y a los comentaristas anónimos, por difamación. En vez de retirar el artículo, Newton decidió defenderse: el caso se convirtió en una cruzada por la libertad de expresión en Canadá.
Todos somos p2pnet
La causa involucraba una definición legal importante sobre responsabilidad de blogueros, foros o proveedores de servicio, frente a la posibilidad de ser demandados por lo publicado por sus usuarios. Los protagonistas de la demanda le agregaban un condimento particular al caso: de un lado un activista por la libertad de expresión, y del otro la ejecutiva estrella de la empresa P2P más demandada por la industria discográfica. El caso llamó la atención de los medios, pero esta difamación no es la que terminó llegando a la corte suprema canadiense…
En un evento realizado en Toronto, donde Newton y p2pnet iniciaron su campaña de fund-raising para afrontar los costos legales de la batalla contra Hemming (Sharman Networks luego se retiró), hubo un panel donde se trató el tema de libertad de expresión, y la responsabilidad de los editores de sitios web, en relación a las publicaciones y comentarios de los usuarios. Newton compartió mesa con Michael Pilling, responsable del sitio OpenPolitics.ca, quien era protagonista de otro caso testigo por difamación, el del empresario Wayne Crookes. Al parecer, Crookes había jugado un papel no muy transparente en la financiación del Partido Verde canadiense y muchos foristas del sitio expresaron su opinión de una forma poco amable. Unos días después, Jon Newton escribió un post sobre el evento, y al referirse al caso de su colega Pilling tuvo la mala idea de incluir un link al artículo donde estaban las publicaciones difamatorias hacia Crookes. Ahí empezó el caso Crookes vs Newton, que recientemente resolvió la corte suprema canadiense:
Los hiperenlaces son, en esencia, una nota al pie… Ambos comunican que algo existe pero no, por si mismos, comunican su contenido. Ambos, también, requieren algún acto de un tercero para poder acceder al contenido. El hecho que sea más fácil acceder al contenido con un hiperenlace que con una nota al pie no cambia su naturaleza, es neutral porque no expresa ninguna opinión ni tiene control sobre el contenido al que referencia.
Aleluya!
La Corte Suprema de Canadá
[1] En realidad Napster no fue la primer red de intercambio de archivos, ni la primer aplicación dedicada al P2P, sin embargo su impacto sobre internet suele colocarla en ese lugar. ↩
[2] Subir, bajar o escuchar música en estos sitios no es necesariamente “ilegal”, algunos como goear.com, pagan a una gestora colectiva, —en su caso a la española SGAE— de tal forma que su servicio, que no es de “descarga”, sino de “streaming” (va puesto entre comillas, porque como todo usuario de internet con algo de experiencia conoce, “streaming” y “descarga” es exactamente lo mismo, no tendría conflictos con los intereses de los dueños de los derechos, a pesar que de hecho, lo que ocurre allí, es un intercambio entre usuarios de obras con copyright. Sobre los demás servicios, simplemente, no lo sabemos. El gran problema, es que no debería ser responsabilidad del usuario desempeñar esa función “para-judicial”. Internet es un ámbito tan sobreregulado (a contramano de lo que se difunde habitualmente), que convendría más bien navegar con un abogado al lado, que asesore al internauta sobre los riesgos legales de cada operación que efectue. Las responsabilidad civil (y penal) por una accion banal, puede costarle millones, o un incluso un procesamiento penal. Vamos a ver cómo es el Reino del Revés
como diria María Elena… ↩
[3] Vale la pena aclarar, que lo frecuente en los clientes P2P, es que las canciones o archivos descargados de la red, quedan localizados por defecto en la misma carpeta que se comparte, por lo cual, las canciones ofrecidas por Jammie Thomas, eran las que ya estaban siendo ofrecidas desde antes por otros millones de usuarios también. ↩
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