Ley Sinde, otra víctima del cablegate

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Acaba de fracasar el intento del PSOE de aprobar la polémica Ley Sinde.

La aprobación de esta ley se daba por descontada hace algunos meses atrás, claro que después del impacto de la liberación de cables de wikileaks sobre propiedad intelectual, que confirmaron la sospecha de que la Ley Sinde no era más que el producto del lobby de intereses de la industria del entretenimiento norteamericana, muchos apoyos comenzaron a caer: la influencia de un titular en exclusiva del diario El País —por más que nos pese— diciendo EE UU ejecutó un plan para conseguir una ley antidescargas”, y dejando al desnudo a politicos y funcionarios españoles claudicando vergonzosamente frente a intereses foráneos para impulsar una ley impopular, generalmente, tiene el efecto de provocar el alejamiento de votos de aquellos partidos y políticos que la apoyen.

Aunque Walter Goobar probablemente ya esté elucubrando una nueva teoría sobre cómo todo este asunto de Assange y Wikileaks no es otra cosa que una estrategia de la ultraderecha norteamericana… para poder seguir descargándose películas gratis de las webs de enlaces españolas.


(lo dijo alguien por ahí, en una lista pirata


La cronología de la polémica Ley desde aquel diciembre del 2009 y el manifiesto, en 20minutos.es.

Muy filoso Sánchez Almeida en ésta entrada de su blog en en elmundo.es de hace unos días: […] Mutilar el ingenio creativo del director es un error común en las producciones norteamericanas, y la Ley Sinde no fue una excepción. Su estreno fue desastroso, y a ello contribuyó la filtración en Internet de copias de mala calidad, lo que obligó en reiteradas ocasiones a reescribir el montaje. La impostada sobreactuación de sus protagonistas —muy especialmente los histriónicos Tourné, Farré y Guisasola— acabó convirtiendo el film en la peor coproducción legislativa de la historia. La Ley Sinde fue una imposición extranjera, una obra de encargo, y como consecuencia de ello, una producción mediocre. Pero el estiércol es fértil, y hasta la peor de las películas puede encerrar una feliz metáfora: si algo nos ha enseñado la Disposición Final Segunda del proyecto de Ley de Economía Sostenible es cómo se hacen las leyes en España. El prisma narrativo de la Ley Sinde puede extrapolarse a todas y cada una de las actuaciones legislativas de nuestro Gobierno, dirigidas a blindar a la oligarquía financiera que ha sumido al país en la peor crisis de su historia. No he citado el referéndum de la OTAN en vano: la humillación del Gobierno Zapatero por el gigante norteamericano pasa en todo momento por encima de la voluntad popular, que un 12 de marzo de 1986 votó por la reducción de las bases militares norteamericanas en España, por la no incorporación a la estructura militar de la Alianza Atlántica, y por la prohibición de introducir armas nucleares en territorio español. La cáustica comicidad de la Ley Sinde no puede competir en los Goya frente al terror global en el que nos ha sumido este Gobierno. […]