Vida privada y libertad de expresión

Un análisis del caso desde la perspectiva legal en Entremedios, (un blog del estudio Suaya, Bilbao, Memelsdorff & Asociados)

[…] Lo cierto es que bajo la legislación argentina está intromisión a la vida privada de los involucrados constituye tanto un ílicito civil (Art. 1071 del Código Civil) como un delito penal (art. 153 y siguientes del Código Penal). Este caso guarda cierta reminiscencia con la reciente divulgación por parte de Wikileaks de cables diplomáticos americanos y con el famoso caso de los “Papeles del Pentagono”. La diferencia -que no es sutil- es que aquellos casos involucraban documentos públicos y este mails que, por definición, son privados. En el caso de los “Papeles del Pentagono”, la Corte americana decidió que la libertad de expresión valía más que las leyes de espionaje vigentes, que prohibían publicar esa información.

Nuestra Constitución protege tanto la libertad de expresión como el derecho a la intimidad de las personas. Obviamente, entre ambos derechos existe una necesaria tensión, que nuestros tribunales resuelven en caso de conflicto, básicamente decidiendo si debe primar el derecho del público a estar informado o el derecho de los afectados a mantener ciertos aspectos de su vida privados.

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Discrepamos con la idea de que internet haya tenido alguna vez alguna una época de oro de “libertad absoluta” y por lo tanto, necesite algún tratamiento especial:

Internet ya no es el salvaje nuevo mundo que era hasta hace unos años. Poco a poco se ensayan formas para controlar el contenido y los gobiernos, también a pasos cortos, intentan regular este espacio. Muchos añorarán la libertad absoluta que va desapareciendo pero eso es como soñar con una Pampa libre de alambrados, donde el gaucho reinaba: es un pasado que ya no volverá. Otros recordarán que en tierra de Martin Fierro reinaba la arbitrariedad y la injusticia.

Como se preguntaba Bea cuando el proyecto de ley del diputado Pinedo estaba en el candelero, Dónde queda el ciberespacio? El ciberespacio no está localizado en Marte o en Venus. Los mismos derechos y garantías nos alcanzan allí, así como también los delitos y regulaciones. Por lo tanto, la libertad de expresión en internet es tan válida como en cualquier diario y si alguien comete un delito usando internet, entonces, los caminos judiciales ya existen y son exactamente los mismos. Pensamos que el espacio de internet no está en ningún otro espacio paralelo, donde no rija el código penal…

Sí coincidimos que, por suerte, en este caso, se comenzó con el pie derecho: la medida la dictó un juez, siguiendo las reglas del debido proceso.