«Tragedia de los comunes» descansa en paz...

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Elinor Ostrom, un Premio Nobel a los buenos.

La viejas fábulas son duras de matar. Seguramente asi fue con la llamada «tragedia de los comunes», uno de los mitos más duraderos de la pasada generación. En su famoso ensayo de 1968, el biólogo Garrett Hardin afirmó que es prácticamente imposible para las personas manejar recursos compartidos como bienes comunes. Invariablemente, alguien va a dejar que sus ovejas pastoreen abusivamente sobre un pastizal compartido, y los bienes comunes colapsarán. O al menos, eso dice la fábula.”

Asi comienza un artículo de David Bollier^[1]^ que aparece en el sitio de la revista Forbes, comentando el reciente Nobel de Economía a Elinor Ostrom. A continuación, nuestro (intento de) traducción del resto del artículo, (y no pudimos dejar de sucumbir a la tentación de agregar nuestro propio resaltado):

De hecho, tal como el trabajo pionero de la Profesora Elinor Ostrom a lo largo de las últimas tres décadas ha demostrado, comunidades auto-organizadas de ‘commoners’ son muy capaces de gestionar bosques, pesca y otros recursos finitos sin destruirlos. El lunes, Ostrom ganó el Premio Nobel de Economía por explicar como funcionan los bienes comunes en la vida real, especialmente en el manejo de recursos naturales.”

Artificiosos experimentos del «dilema del prisionero» desde hace tiempo han pretendido mostrar la futilidad e irracionalidad de la cooperación de unos con otros. Pero el trabajo de Ostrom ha demostrado que las personas pueden de hecho desarrollar sistemas de comunicación y coordinación para trabajar juntas en la gestión de la riqueza colectiva. Pueden cultivar confianza recíproca y normas sociales necesarias para asignar los recursos escasos con justicia. Pueden elaborar reglas efectivas y sanciones graduales para castigar free riders y vándalos. La «tragedia», aunque siempre posible, no es inevitable.”

Un hito en la obra de Ostrom ‘Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action’ explica como estos principios se presentan en diferentes contextos—entre agricultores en Valencia, España, quienes han gestionado canales de riego por cerca de 1000 años, o entre aldeanos suizos, quienes han manejado sustentablemente praderas de pastoreo alpino por centurias, y muchos otros.”

En un momento en el cual el secreto de la sustentabilidad medioambiental sigue sin descubrirse, el trabajo de Ostrom tiene mucho que decir. Por ejemplo, si la regulación gubernamental tradicional es demasiado ineficiente y no da respuesta a la coyuntura local, Ostrom ha propuesto «planes gubernamentales de alcance limitado» que dejan a los participantes elaborar las reglas ellos mismos, con sujeción a ciertos principios de diseño general (límites claros a los espacios públicos, la participación de todos los afectados, monitoreo, etc). Tales enfoques dejan a la gente diseñar sus propios regímenes de gobernanza, que son a medida de las peculiaridades de los recursos locales, y pueden aprovechar la familiaridad personal de los comuneros con éstos.”

Los burócratas a veces no tienen la información correcta, mientras que los ciudadanos y los usuarios de los recursos si, declaró recientemente Ostrom a un periodista. La gran virtud de los commons es que pueden ser la respuesta, una forma eficaz de administrar un recurso en el interés público sin regulaciones ni legalismos de mando-y-control.”

Quizás el ejemplo más claro de este escenario sea Internet. Gracias a un conjunto compartido de protocolos técnicos no-propietarios que permiten que diferentes tipos de computadoras interactuen unas con otras, Internet se ha convertido en el mayor y más robusto bien común de la historia. Cualquiera puede armar una comunidad para su propio nicho: seleccionar y compartir fotos, música, vídeos, blogs, investigación y mucho más.”Aunque Ostrom no ha escrito mucho sobre Internet y los commons en línea, su trabajo habla claramente de las formas en que las personas pueden auto-organizarse para cuidar de los recursos que les interesan. El poder de los digital commons se puede ver en el vertiginoso éxito de Linux y demás software de código abierto. Es evidente, también, en el explosivo crecimiento de Wikipedia, Craigslist (anuncios clasificados), Flickr (compartir fotos), Internet Archive (el archivo de la Web) y Public.Resource.org (información del gobierno). Cada commons actúa como un esmerado administrador de la riqueza colectiva.

La gente que hace remixes musicales y vídeo mashups se han provisto sus propios commons, al igual que los científicos que publican su investigaciones en revistas de acceso abierto gestionado por sus propias disciplinas, y no por los editores comerciales. Hay commons digitales dedicados a la recopilación de ‘libros libres’ (Wikibooks), el intercambio de planes de estudio universitarios (OpenCourseWare del MIT) y la recopilación de la investigación neurocientífica sembrada por la Web (el proyecto Neurocommons), entre muchos otros.

Una razón fundamental que explica por qué todos estos bienes comunes florecen en Internet es que los commoners no tienen que obtener el permiso, o efectuar pagos a un intermediario empresarial. Pueden construir lo que quieren directamente, y gestionar su trabajo cuando lo deseen. Las compañias de cable y teléfono que proporcionan acceso a Internet no están autorizados a favorecer a grandes usuarios corporativos con un servicio superior, discriminando al resto de nosotros —incluidos los nuevos competidores y los no-actores del mercado— con uno más lento, de peor calidad de servicio.

En los inicios, este principio fue conocido como ‘transporte común’ —la idea de que toda persona podra tener un acceso y servicio más o menos equivalente, sin discriminación. Hoy en día, en el contexto de Internet, se conoce como «Neutralidad de la Red».

La Neutralidad de la Red es la razón clave por la que Internet ha sido tan extraordinariamente generativa. Porque Internet funciona como un commons, habilita a cualquiera encontrar a otros, iniciar la colaboración y generar cosas útiles, sin tener que pagar una tarifa extra, reunir capital o convencer a un intermediario corporativo de que la idea es comercializable. Insospechadas clases de valor pueden surgir y desarrollarse fácilmente, a menudo evolucionando hacia nuevos mercados que irrumpen sobre negocios tradicionales. Ejemplos: software libre, wi-fi, Internet Movie Database y el podcasting.

Es una idea que Elinor Ostrom ha dedicado su carrera en documentar: con un marco de directivas adecuado, los commoners pueden hacerse cargo de sus propios problemas y elaborar sus propias reglas y normas sociales para gestionar su riqueza compartida.

Ahora que el Premio Nobel ha honrado a la investigación pionera de Ostrom, es el momento de desterrar los viejos prejuicios acerca de la «tragedia de los comunes», ir más allá del debate «gobierno vs. mercado» y explorar la rica promesa de los Bienes Comunes.

Artículo original en inglés: David Bollier “Elinor Ostrom And The Digital Commons. From net neutrality to Wikipedia, the Nobel winner’s ideas are at work online”


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