Copy Plagio

[…] En una nota del New York Times dicen con ingenuidad que no existe un “nosotros” en la literatura y remarcan que la creación literaria es un proceso exclusivamente subjetivo e individual. Cierto. ¿Pero qué pasa cuando el autor escritor reinterpreta lo literario circundante bajo un nuevo signo? Esto se debatió largamente cuando lo de Di Nucci, como mencionaba arriba, pero vuelve y volverá varias veces más. ¿Por qué?

Bueno, precisamente por la lógica que nos proponen los medios de comunicación. “Crear” significa cada vez más adaptar, clasificar y volver a armar. Es lo que vemos en la televisión donde no hay un programa nuevo y original desde el año 93, es en internet donde Facebook se convierte en un súper éxito mundial nutriéndose de todo lo que se produce por fuera de él y en el cine donde no se hace otra cosa que remakes. No es que haya menos creadores sino que ahora somos muchos los que tenemos voz y lo valioso no es tanto crear sino categorizar y ordenar de una manera nueva y relevante. […] En Hablando del Asunto, reflexionan sobre la autoría, la originalidad y el copyright, a propósito del escandaloso copy/paste de Helene Hegemann (o el de Bernardo Stamateas, Jorge Bucay o el copy/paste más debatido de todos los tiempos.


Y ya que nos referimos al caso Di Nucci, vale la pena aprovechar la ocasión para citar uno de los artículos sobre autoría, copyright y plagio mas radicales que hemos leído por estos lugares, escrito en el fragor de aquellos debates, “Sobre el plagio” de Josefina Ludmer, que arranca asi:

No comparto la idea o el mito del autor como creador y la ficción legal de un propietario de ideas y/o palabras. Creo, por el contrario, que son las corporaciones y los medios los que se benefician con estas ideas y principios. El mito del plagio (“el mal” o “el delito” en el mundo literario) puede ser invertido: los sospechosos son precisamente los que apoyan la privatización del lenguaje. Las prácticas artísticas son sociales y las ideas no son originales sino virales: se unen con otras, cambian de forma y migran a otros territorios. La propiedad intelectual nos sustrae la memoria y somete la imaginación a la ley.

Antes del Iluminismo, la práctica del plagio era la práctica aceptable como difusión de ideas y escritos. Lo practicaron Shakespeare, Marlowe, Chaucer, De Quincey y muchos otros que forman parte de la tradición literaria. […] [sigue aqui](http://www.nacionapache.com.ar/archives/1663)

Y otra cosa… ¿Cuál habra sido el último programa original de TV del año 93?