Los internautas son creadores y los creadores son internautas

campaña 'Home taping is killing music' y algunas parodias

lamentablemente en España se lee poco, pero lo importante es que no se lea pirata”

Parlamentaria española durante un debate televisivo*

Matando músicos

Grupos de internautas celebran y grupos de creadores y artistas se lamentan, se repite por los titulares de los medios a raíz de la fracasada Ley Sinde. Sin embargo este planteamiento maniqueo, es una falacia. Está hecho en los términos del discurso de la industria. Ya sea por motivos ingenuos o intencionales, la afirmación sólo refuerza la propaganda de las gestoras, las editoriales o las discográficas. Lo cierto es que:

Los internautas son creadores y los creadores son internautas
El equívoco surge de confundir a “los creadores” (denominación tendenciosa si las hay) con el 1% de los artistas o intérpretes1 que reciben amplios beneficios de la industria de la distribución. Artistas que (vilmente) utilizan su imagen —más simpática para el público que la de un ejecutivo de una multinacional— “en representación”2 de todos los artistas, de todos los autores, de todos los intérpretes…

De la misma forma que las opiniones de los programadores que ocupan los puestos mejor pagados por Microsoft, nunca podrían ser tomadas como el emergente representativo de la opinión de “los programadores” en general, no debería aceptarse tan livianamente la representatividad de aquellos artistas cuyos compromisos con la industria son harto evidentes. Entre los programadores habrá quienes simpaticen con los modelos de distribución y licenciamiento restrictivo de Microsoft, y habrá otros que decidieron hackear el copyright concientes de que las restricciones en el uso del código perjudica particularmente a los mismos programadores. Pero ninguno podría afirmar que la práctica del programador “peligra” si peligra el futuro Microsoft y su modelo privativo.

Entre los artistas, se sabe que un pequeño porcentaje incrementa sus ingresos mientras más prospere el modelo cerrado de la gran industria del entretenimiento. Es natural que sus opiniones se vean algo influenciadas cuando les toque referirse al sistema que les paga sus residencias en Miami o la Costa Azul, pero ¿qué pensará la inmensa mayoría de artistas que nunca recibirá beneficios —si no más bien perjuicios, de este sistema?. Pocas veces los medios les colocan un micrófono enfrente para que expresen su opinión.

Tampoco es cierto que existan intereses contrapuestos entre “creación” y acceso. Los escritores, por ejemplo, nunca interpretaron que las bibliotecas fuesen un ámbito hostil donde sus obras quedasen a merced del “saqueo” de los lectores y la impune “cultura de lo gratis”, como para ponerse a hacer lobby por su cierre. Nunca la apertura de una biblioteca se constituyó en un suceso que los creadores literarios lamentaran y que sólo los “lectores de lo gratuito” celebrasen. Los escritores saben bien que la biblioteca es una vidriera, un santuario de la preservación, y una fuente de lectura infinita para ellos mismos. Por esa razón, se opusieron tan vehementemente, no hace mucho, contra el perverso canon a las bibliotecas europeo. Internet es exactamente lo mismo: una gran biblioteca. Lamentablemente muchos escritores no lo entienden así. O secretamente si, pero claramente quieren convencernos de que no.

Contrarrestar la propaganda

Hay que enfatizar entonces, para contrarrestar tanto discurso tendencioso, sobre aquello que no dicen los “representantes” de la cultura que salen seguido por los medios masivos. Por ejemplo, según una investigación de Felix Oberholzer-Gee, Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard: La publicación de nuevos libros a aumentado un 66% en el período de 2002-2007. Desde 2000, la publicación de nuevos álbumes se ha más que duplicado, y la producción de películas a nivel mundial desde 2003 ha crecido más del 30% y Las descargas y el P2P incrementan el consumo y el precio de bienes complementarios como los conciertos, que generan ingresos directos para los artistas. No extraña entonces, que en medio de titulares apocalípticos, se contrasten las noticias de los buenos números de la industria y de recaudación de las gestoras.

También, existe otra enorme comunidad de autores que generalmente queda excluída de la categoría oficial: qué hay de los autores que escriben Wikipedia, los que publican en Jamendo o en RedPanal, los que comparten sus fotos e ilustraciones en Flickr o en DevianArt con licencias Creative Commons, los que remixan música y videos en Youtube, o los que llenan la gigantesca blogósfera de contenido cada día. También son autores, y ninguno de ellos ve su práctica autoral y creativa atada al éxito de EMI, Universal, Disney o Planeta. Por otro lado, también son los que, paradojicamente, se perjudican pagando cánones abusivos3 cuando van a las bibliotecas, o compran MP3s, computadoras o CDs vírgenes.

Pero el punto más significativo que pone en evidencia la relación sinérgica que hay entre acceso y “creación” es el que sigue:

¡también son autores los que más películas, música y libros se bajan de las redes P2P!
Primero, porque en algún momento todo “creador” necesita aprender su oficio, y para aprender, necesita acceder lo más ampliamente posible al acervo de obras preexistentes4, por eso los escritores sienten tanta empatía con las bibliotecas, o los músicos con los viejos cassettes, en cuanto aparecieron fueron sus primeros entusiastas usuarios, y “piratas” (a pesar de lo que decían las discográficas, o los estudiantes de cine, del viejo VHS (a pesar de lo que decían los estudios. Y segundo, porque los autores son promiscuos consumidores de cultura: los músicos son melómanos, los cineastas cinéfilos y los escritores lectores compulsivos. Es muy probable que sus ingresos no dieran abasto si decidieran respetar rigurosamente el copyright al momento de proponerse satisfacer sus insaciables apetitos culturales en la era de internet.

Más bibliotecas, no menos, más P2P, no menos

Mientras más se limite el flujo de información, es decir mientras más se limite la capacidad de copiar y difundir obras por internet, sin duda, los autores serán los primeros damnificados5, y la producción de obras, quien sufrirá la primera merma. Si la ley Sinde se hubiera aprobado ahora, hubiera sido una gran noticia para el modelo de las multinacionales del entretenimiento y ese 1% de autores o interpretes españoles que obtienen grandes beneficios del monopolio, pero hubiera sido una muy mala noticia para el 99% del resto de los “creadores”, que usan —y sanamente abusan— de la biblioteca internet.

Claro, estos argumentos valen si se reflexiona con equilibrio, suspendiendo por un momento las ideas difundidas por la propaganda de la industria, que anuncia la muerte del arte que sea cada vez que hay un cambio tecnológico, que fastidiosamente la obliga a innovar…

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[*] Citada en Copia este libro, de David Bravo.

[1] El copyright no es el “salario del autor”. La idea de que los autores en su mayoría “viven” de copyright, es una idea absolutamente falsa. Un ejemplo paradigmático es el que planteó el músico Ignacio Escolar en 2001 en el artículo “¡Por favor pirateen mis canciones!”: Mi grupo ha vendido, por los pelos, más de 10.000 copias de su primer LP […] Cada año salen 32.000 discos nuevos al mercado en todo el mundo y sólo 250 convencen a más de 10.000 compradores. Apenas el 0,7% de los músicos que han presentado disco el año pasado […] es más afortunado que yo. […] Se pensarán que nado en dinero. O que, por lo menos, vivo dignamente de mis habilidades musicales. ¿Cuánto cobra el 0,7% con más suerte de su profesión?. Escolar confiesa, el ingreso de un músico que ha vendido 10.000 discos (y esta entre 0.7% más privilegiado de los que han grabado disco) asciende a… ¡US$ 77 por mes!, cifra que surge de dividir el total de 2.800 US$ ganados por los tres años de esfuerzos por poner su LP en las tiendas. Decir que el 1% de los artistas gana mucho dinero con el copyright, es aún muy generoso. Frente a estos números es muy sugestivo el dato de que Teddy Bautista, el presidente de la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores de España) percibirá un retiro de 24.511 euros todos los meses, o que el sueldo promedio de sus empleados [de la SGAE] sea de 60.000 euros al año. Entre los escritores la situación no es muy diferente: como contamos en De que no viven los escritores el director de editorial Sudamericana afirmaba en una nota aparecida en Crítica Digital que —nada más ni nada menos— que Jorge Luis Borges empezó a vivir de sus derechos después de los 60 años, y que Los escritores que viven de los derechos de autor en la Argentina no creo que lleguen a diez.

[2] Las asociaciones que gestionan los derechos de autor, llamativamente, están dirigidas y administradas por los artistas que más beneficios económicos reciben de esa gestión. El ejemplo más grosero es el de SAGAI, la gestora de “derechos de autor” de los actores argentinos (los actores son intérpretes y finalmente hace unos años lograron colarse dentro de los “derechos conexos” de la mano de un decreto presidencial. Los 20 o 30 actores que forman esa organización, son casualmente los 20 o 30 que más apariciones tienen y que más beneficios pueden recibir. El sistema está pensado para que los únicos que puedan obtener un rédito medianamente significativo de la recaudación sean ellos mismos. Sin embargo, el problema más grave es que estas organizaciones se auto-adjudican “la representación” de los intereses del gremio, aunque se trata de una minoría dentro de éste, y claramente influyen sobre políticas públicas en beneficio propio. El resultado: todavía más beneficios para un pequeño grupo de actores que ya se encuentra en una posición privilegiada con respecto al resto del universo de actores…

[3] Según menciona una nota en el diario El Mundo de España, en canon digital perjudica a más del 97% de los autores y creadores, los cuales pagan por más que la compensación que reciben a cambio. ¡Y qué esperaban! Los autores y creadores también compran Cd vírgenes, discos rígidos y MP3, es paradójico que se los perjudique económicamente “en defensa de sus intereses”.

[4] La mayoría de los creadores no serían lo que son si no hubiera existido antes lo que ahora llaman piratería. Si vas a casa de cualquier músico verás que guarda como reliquia del pasado una pila de casetes que, en sus tiempos, se multiplicaban de amigo en amigo. Es esa música, esa cultura que se regalaba, la causa de que ellos hoy sepan qué hacer en el estudio de grabación. La única manera de tenerle ganas a la música es escuchándola y no hay mayor inspiración para hacerlo que ver cómo lo hicieron otros. La principal instrucción de muchos músicos de hoy viene, precisamente, de que se saltaron la barrera que construyó el mercado y accedieron a una cultura que les estaba negada. Sería bueno que existieran los encuestados sinceros y pudiéramos saber cuántos autores de los que hoy claman contra la piratería han sido amamantados por ella. David Bravo, en Copia este libro

[5] El argumento de que las redes P2P provocan un daño al “sector cultural”, ha sido severamente cuestionado por numerosos investigadores de universidades de todo el mundo. Uno de los razonamientos más falaces que sostiene la industria con respecto a las redes P2P es aquel que considera que un archivo descargado es una venta perdida, luego multiplican el número de descargas por lo que cuesta cada libro, disco o lo que sea, y calculan el “daño” provocado por la “piratería”. Lo cierto es que la determinación de un usuario por descargar un archivo, no se transformaría en intención de compra si la posibilidad de descarga no existiese, por el contrario también puede funcionar como un mecanismo de promoción a costo cero. Varios estudios de prestigiosas universidades afirman que el efecto de las descargas es bajo, o “indistinguible de cero”, e incluso que “Las descargas P2P generan riqueza”. Por otro lado los datos que sostienen las cuantiosas perdidas de la industria debido a la “piratería” fueron puestos en duda hasta por la auditoría del Gobierno Norteamericano