Bifo y el largo purgatorio europeo

Franco Berardi (Bifo), luego de desarmar los cuentos chinos del discurso neoliberal al que actualmente apuesta la dirigencia del viejo continente, escribe sobre la insurreción y el futuro de Europa en “Il lungo purgatorio che ci attende”, traducido por Diego Picotto en Lobo suelto: “El largo purgatorio que nos espera”.

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[…] Los movimientos debemos estar preparados para esto. La insurrección serpentea en las ciudades europeas. En distintos momentos, en el curso del último año, fue cobrando forma visible: desde el 14 de diciembre en Roma, Atenas y Londres y la acampada de mayo-junio en España hasta las cuatro noches de ira en los suburbios de Inglaterra. Es claro que en los próximos meses la insurrección está destinada a expandirse, a proliferar. Pero no va a ser una aventura feliz, no será un proceso lineal de emancipación social.

La sociedad de los países está disgregada, fragilizada, fragmentada a casusa de treinta años de privatización, de competencia salvaje en el campo del trabajo y de treinta años de envenenamiento psicosférico producido por mafias mediáticas gestionadas por tipos como Berlusconi y Murdoch.

La insurrección que viene no será un proceso siempre alegre, más bien, estará a menudo teñido de racismo, de violencia autoinfringida. Este es el efecto de des-solidarización que el neoliberalismo y la política criminal de la izquierda produjeron en el ejército fragmentado y proliferante del trabajo.

En los próximos cinco años podemos esperar una expansión de fenómenos de guerra civil interétnica, como ya se ha entrevisto tras el humo de la insurrección inglesa, por ejemplo, en los episodios violentos de Birmingham. Nadie podrá evitarlo. Y nadie podrá dirigir esa insurrección que será una caótica reactivación de las energías del cuerpo de la sociedad europea, cuerpo por largo tiempo comprimido, fragmentado y descerebrado.

La tarea que los movimientos deben desenrollar no es provocar la insurrección –dado que ésta seguirá una dinámica espontánea e ingobernable–, sino la de crear (dentro de la insurrección o, mejor aún, en paralelo) las estructuras cognositivas, didáctivas, existenciales, psicoterapéuticas, estéticas, tecnológicas y productivas que podrán dar sentido y autonomía a un proceso, en gran parte, insensato y reactivo.

En la insurrección, pero también fuera de ella, deberá crecer el movimiento de re-invención de Europa, poniendo como primer objetivo el derrocamiento de la Europa de Maastricht, el desconocimiento de la deuda y de las reglas que la han engendrado, al tiempo que se va alimentando la creación de lugares de belleza e inteligencia, de experimentación técnica y política. […]

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