Bienvenidos al Dominio Público: James Joyce (I)

fotografía de James Joyce

En realidad no soy yo quien está escribiendo este alocado libro. Es usted, y usted, y usted, y que el hombre de allí, y esa chica en la mesa de al ladoJames Joyce en una charla con Eugene Jolas

Aún antes de publicarse completo en París, en 1922, el Ulysses de James Joyce ya era un libro de culto. Muchos escritores de la elíte literaria de su época lo proclamaron como una obra maestra. El mismo Borges se declaró el primer aventurero hispánico que arribó al Ulises1 (en 1925) y admiró a Joyce desde muy joven, aunque, pareciera, sin entenderlo del todo… he de estimar y amar el divino ingenio de este caballero, tomando de él lo que entendiere con humildad, y admirando con veneración lo que no alcanzare a entender.

Lo advirtió con sarcasmo el mismo Joyce, en esta remanida cita he planteado tantos enigmas y quebraderos de cabeza [en Ulises] que tendré ocupados por siglos a los profesores, que discurrirán sobre todo lo que he querido decir2. Todo parece indicar que lo consiguió: los académicos se encargaron de alimentar el rompecabezas con papers, ensayos y tesis de doctorado —a pesar de la inquina anti-académica de su inefable nieto— hasta conventirlo en la cumbre literaria del siglo XX en idioma inglés. Pero como toda cumbre que se precie, exige equipo de alta montaña.

Richard Bernstein, crítico del New York Times, escribió al comenzar el nuevo milenio: Ok, nunca he leído Ulises de principio a fin, pero por otra parte, no creo que haya nadie más, incluyendo la mayoría de los escritores y estudiosos que lo declararon el libro más importante del siglo en idioma inglés en la lista Modern Library del año pasado. He leído las primeras cien páginas por lo menos tres veces, y siempre quedo anhelando una historia, que por otra parte, nunca llega. En efecto, otro consenso, pero dicho por lo bajo, lo confiesan los mismos críticos y académicos: es el libro más tedioso y difícil de leer del siglo, una verdadera tortura. Aunque para ser precisos, Ulises es el segundo más tortuoso… algunos años después Joyce escribió un libro aún más críptico y caprichoso, el —literalmente— ilegible e intraducible “Finnegans Wake”, que sin dudas debe ocupar el primer lugar en ese podio. Pero volvamos a Ulises.

Ulysses for dummies

imageLeopold Bloom, segun un dibujo de JoyceTodo lo acontecido en las más de novecientas páginas del Ulises, transcurre durante un solo día, el 16 de junio de 1904 —probablemente el día más famoso y largo de la literatura. Los protagonistas de la historia son Leopold Bloom, un agente publicitario judío de 40 años, Stephen Dedalus, un joven estudiante, y Molly Bloom, la esposa infiel de Leopold. Y todo ocurre en Dublín. La fecha elegida por el autor no es azarosa, se corresponde con la primera vez que Joyce salió con Nora Barnacle —o recibió algún favor sexual acaso deslumbrante de su parte. Nora era una empleada de un hotel de Dublín con quien Joyce se fugó de la empobrecida Irlanda hacia Italia, siendo muy joven. Fue su compañera por 37 años, tuvieron dos hijos. Vivieron en Italia, Suiza y Francia. Se cuenta que una vez publicado el Ulises, Joyce se disponía a celebrar la noche del 16 de junio y su mujer, extrañada, le preguntó ¿qué había pasado ese día? Joyce sólo contestó, es la fecha en que transcurre la acción en el libro. Libro que Nora, por otra parte, nunca leyó…3

imageLos lugares de Dublín mencionados en Ulises, marcados en Google Maps. Joyce se vanagloriaba diciendo que si la ciudad de Dublín fuera destruida, podría reconstruirse basándose en su novela

Un Ulises para dummies debería comenzar diciendo que se trata de un relato cuyo título y estructura aluden al clásico de Homero, La Odisea, claro que lo épico en uno, es sordidez, patetismo o escatología en otro, y que está lleno de estilos o técnicas experimentales que varían de un capítulo a otro —el monólogo final de Molly Bloom es un solo bloque de texto sin puntos ni comas que abarca páginas y páginas…

En este genial “Manual para entender el Ulises de James Joyce” mencionan como requisitos previos a la lectura: tener un nivel C en Latin, tener conocimientos profundos de etimología griega y saberse de pé a pá las obras de Aristóteles, Platón y Sócrates (mínimo), haber leído todas las obras de Shakespeare, Ibsen, Dante, Santo Tomás de Aquino y Sanlúcar de Barrameda, saberse al dedillo todas las oraciones latinas de la liturgia católica y todos los ritos, sacramentos, vestuario, complementos y accesorios relacionados con la misma, conocer en profundidad la situación social, política y económica de la Irlanda de principios del siglo XX, conocer todas las marcas de cerveza, ungüentos, linimentos, camafeos, ligueros y sujetadores del momento y saber la ubicación de los principales prostíbulos, tabernas, pubs, publicaciones, iglesias, conventos, casas de okupas y mercados de ganado existentes en la época en Dublín.

Tampoco conviene ignorar las biografías detalladas del autor, ya que el libro está lleno de “chistes internos”, que para entenderlos hay que estar al tanto de cosas como sus relaciones con los jesuitas en el internado de Clongowes, o los chismes que compartía de sus amigos de barra, como Hemingway. Por último, no debe dejar de leerse su obra previa, porque el Ulises viene con spoilers de “Dublineses”, “Stephen el Héroe” o “Retrato del artista adolescente”. Existe un libro (“Allusions in Ulysses”, de Weldon Thornton) que cataloga todas las alusiones literarias que encierra el Ulises, y tiene más de 500 páginas (y no es broma.

Si su bagaje cultural, estimado lector, no incluye todos estos tópicos, pero en cambio entiende que “Cerf” es el apellido del inventor de internet —y no del editor de Ulises en Estados Unidos—, o se ríe de chistes sobre foobar mitzva —pero ni idea que gracia tiene quiqui quinet to michemiche chelet4, no desespere, todavía hay aristas del Ulises que le pueden interesar.

Hyper Joyce

El carácter experimental de muchas obras de Joyce, al igual que la de otros escritores modernistas, persiguen un objetivo imposible, los acosa la oscura intuición de que algo excede sus obras, de que al cerrar la maleta de cada libro hay mangas y cintas que cuelgan por fuera y es imposible encerrar, como diría Cortázar5. La obsesión por los intertextos, collages, alusiones, citas, la ruptura de la linealidad, el “flujo de conciencia” que salta de una situación a otra al azar, son en cierta forma, intentos de romper los límites del texto impreso. El autor invita a que el lector invente su propio recorrido por el texto —de la misma forma que se recorre una ciudad— y salte de un lado a otro, incluso a otros libros. Muchos estudiosos encuentran en Ulises, los indicios seminales del hipertexto, cuatro décadas antes de que Ted Nelson inventara el término.

Es probable que no exista tecnología que haya captado tan de cerca, hasta ahora, la dinámica propia del pensamiento humano como la lectura del hipertexto, exactamente aquello que se hace cuando se navega por internet (por más que Nicholas Carr se escandalice. Azaroso, disperso, caótico, caprichoso, el recorrido del pensamiento queda registrado en el “flujo de conciencia” de los textos modernistas… o en el historial del navegador (registro de la mente, que por otra parte, se guarda y analiza meticulosamente en estos tiempos). El visionario y estudioso de los medios, Marshall McLuhan no hace otra cosa en varios de sus libros, que analizar la forma en que escribe Joyce, para pensar en las nuevas maneras de entender la realidad que abren los medios electrónicos.

Otakus Joyce

El 16 de junio de 1982 las tropas argentinas se retiraban de Malvinas. También ese día Borges visitaba Dublín, para vivir de cerca el Bloomsday, la celebración que rinde homenaje al “día de Leopold Bloom” en todo el mundo, pero especialmente en Dublín. Junto con el hermetismo, las alusiones eruditas o los experimentos con el lenguaje, en el Ulises de Joyce abundan localismos y cultura popular, sensibilidad camp y pop hacia lo kitsch, lo cursi, y los productos de la cultura de masas, como dice Gamerro. La ciudad de Dublín organiza lecturas, dramatizaciones, conciertos, transmisiones especiales por radio y TV, para exaltar a Joyce y al Ulises —y a los ingresos por turismo— pero el elemento central del festejo está en los fans de Joyce, que se disfrazan de Stephen Dedalus, Leopold o Molly Bloom (o de Joyce mismo), y salen a recorrer las páginas del libro por las calles de Dublín, materializando un extraño carnaval literario, único en el mundo. Sin embargo, la relación entre Joyce y su patria está lejos de haber sido siempre armoniosa.

El Bloomsday marca el retorno simbólico a Ítaca del propio Joyce, que en vida jamás regresó desde su exhilio. El autor de “Dublineses” siempre se refirió con cinismo al nacionalismo irlandés —justamente en las convulsionadas épocas en que Irlanda consiguió su independencia del Imperio Británico— y seguramente los irlandeses no perdonaron fácil ese desprecio: Irlanda fue uno de los últimos países donde se publicó la obra de Joyce; luego de su muerte, ocurrida en Zurich, el gobierno irlandés no envió ningun representante a su funeral. A su vez Joyce consideró a Dublín una ciudad asfixiantemente provinciana y de una moral católica opresiva, y se autoexilió, primero en Pola y Trieste (Italia), luego Zurich y finalmente en París, ciudades desde donde no haría otra cosa que escribir sobre Dublín.

imageCinco mujeres se pasean por Dublín en el año… 2006!. Igual que los fans de Star Trek, Matrix o el Anime, los fans de Joyce, se disfrazan de sus personjes, todos los 16 de junio. [Foto: El País]

Borges, recorrió el circuito turístico/literario apoyado en su bastón, dialogó con varias figuras literarias que generalmente se dan cita en ese encuentro, y recibió la solidaridad de los irlandeses por el infortunado desenlace bélico con los británicos. Había dicho alguna vez de Joyce es audaz como una proa y universal como la rosa de los vientos.

Las odiseas del Ulises

En los 90, a Michael Groden, un académico canadiense, se le ocurrió desarrollar con sus alumnos una versión del Ulises en auténtico hipertexto e hipermedia. El proyecto era ambicioso, pero por una “cuestión de derechos” (una cuestión de medio millón de dólares) no prosperó… Ocurre que la odisea de la lectura del Ulises no se compara con sus frecuentes odiseas judiciales, donde al menos tres personajes son los protagonistas: la censura, el copyright y la privacidad.

Continuará…


Lecturas

Carlos Gamerro propone en esta nota un recorrido por obras y autores que marcados o relacionados con el Ulises de Joyce

  • Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal, que sigue minuciosa, programáticamente, al Ulises, en su sistemático uso de los paralelos homéricos, que hacia el final ceden paso a los dantescos
  • Berlin Alexanderplatz de Alfred Döblin,
  • Mrs. Dalloway de Virginia Woolf. Detalla un día en la vida de Clarissa Dalloway, en la Inglaterra posterior a la Primera Guerra Mundial. La narrativa sigue el estilo de “flujo de consciencia”.
  • Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos.
  • The Buenos Aires Affair de Manuel Puig
  • Respiración artificial de Ricardo Piglia que se propone la ímproba tarea de elegir entre Joyce y Kafka, diciendo una cosa y haciendo la otra
  • La ciudad ausente también de Piglia, fascinada por igual con la proteica mutabilidad verbal del Finnegans Wake y la hija esquizofrénica de Joyce, Lucía
  • En el corazón de junio de Luis Gusmán, explora los sutiles, y quizás imaginarios, vínculos entre el 16 de junio más famoso de la literatura irlandesa, Bloomsday, y el más famoso de la historia argentina, Bombsday, el 16 de junio de 1955.

Notas


  1. La recepción de James Joyce en la prensa española: 1921-1976”, por Carlos G. Santa Cecilia. Vale la pena citar lo que pensaba Roberto Arlt sobre esta esnobista adulación: Variando, otras personas se escandalizan de la brutalidad con que expreso ciertas situaciones perfectamente naturales a las relaciones entre ambos sexos. Después, esas mismas columnas de la sociedad me han hablado de James Joyce poniendo los ojos en blanco. Ello provenía del deleite espiritual que les ocasionaba cierto personaje de Ulises, un señor que se desayuna más o menos aromáticamente aspirando con la nariz, en un inodoro, el hedor de los excrementos que ha defecado un minuto antes. Pero James Joyce es inglés. James Joyce no ha sido traducido al castellano, y es de buen gusto llenarse la boca hablando de él. El día en que James Joyce esté al alcance de todos los bolsillos, las columnas de la sociedad se inventarán un nuevo íqdolo a quien no leerán sino media docena de iniciados. Roberto Arlt en el prólogo de Los Lanzallamas. [ citado de Revista Ñ: [“A cien años del día en que transcurre el Ulises, de James Joyce”](http://edant.clarin.com/suplementos/cultura/2004/06/12/u-775233.htm)] 

  2. If I gave it all up immediately, I’d lose my immortality. I’ve put in so many enigmas and puzzles that it will keep the professors busy for centuries arguing over what I meant, and that’s the only way of insuring one’s immortality Joyce’s reply for a request for a plan of Ulysses, as quoted in James Joyce (1959) by Richard Ellmann [via [wikiquote](http://en.wikiquote.org/wiki/James_Joyce)] 

  3. Según Pat McCarthy, académico de la Universidad de Miami, citado en esta nota periodística: “Lovin’ Bloom”

  4. En verdad es una cita de “Finnegans Wake”:From quiqui quinet to michemiche chelet and a jambebatiste to a brulobrulo! It is told in sounds in utter that, in signs so adds to, in universal, in polygluttural, in each ausiliary neutral idiom, sordomutics, florilingua, sheltafocal, flayflutter, a con’s cubane, a pro’s tutute, strassarab, ereperse and anythongue athall.. Umberto Eco analiza en su libro “Obra abierta” este pasaje: Lo caótico, lo polivalente, la posibilidad de ser interpretado de mil modos de este “caosmos” escrito en todos los idiomas, su reflexión de toda la historia (Quinet, Michelet) pero bajo la forma del ciclo viquiano (jambebatiste), la polivalencia de un glosario lleno de barbarismo (polygluttural), la referencia a Bruno quemado (brulobrulo), las dos alusiones obscenas que unen en una sola raíz el pecado y la enfermedad, he aquí una serie —sólo una serie que ha salido de una primera inspección interpretativa— de sugerencias que derivan de la ambigüedad misma de las raíces semánticas y del desorden de la construcción sintáctica.

  5. En “La crisis del culto al Libro” (Teoría del Túnel), publicado en Obra Crítica I, página 14.